Me ha llegado esta información y quería compartirla con vosotros ya que me ha parecido muy instructivo a la par que educativo. Como quiero mantener una coherencia, explico que aunque no sea algo realmente musical, sí que tiene relación con el sentido auditivo y además creo que es enriquecedor.
Aprender a escuchar mejor, ¿cómo se hace?
A lo mejor te extraña cuando te digo
que escuchar es algo que empieza contigo
mismo. Lo sé, no parece lógico, pero sí lo es. Antes de que puedas empezar
a escuchar a alguien, tienes que hacer cierto trabajo personal. Contrario a
oír, escuchar es algo que se tiene
que aprender. Podrías empezar con un pequeño ejercicio. Busca un lugar, preferiblemente en el exterior, y abre tus
oídos. Fíjate en la cantidad de sonidos
que te rodean. Un ruido compuesto de varios (o muchos) elementos. Un chorizo de
sonidos. Ahora viene el siguiente paso: vuelve a abrir tus oídos, pero esta vez
intenta distinguir los diferentes sonidos y nómbralos. Intenta trabajar con
cada elemento que distingues (qué es y cómo suena –alto, bajo, agudo, redondo,
agradable o no-) y entrégate a ello. Si este sonido tuviera una forma, un
gesto, ¿cómo sería? Es un ejercicio que se presta también como meditación activa, ¡pruébalo!
Y ahora la conversación. Una gran parte de la verdadera escucha, también
conocida como la escucha profunda, es la
concentración. La concentración solamente es posible si sabes frenar tu propio ruido interior. Escuchar a
alguien siguiéndole el pensamiento, no es igual a pensar por alguien. Solemos
tener un pensar automático, reactivo o
asociativo, y la consecuencia es que enseguida que alguien nos
cuenta algo, ya le hemos adjudicado un juicio.
También puede pasar que en seguida pensamos a una situación más o menos
igual que hemos vivido, y empezamos mentalmente a comparar. Lo que pasa es que
el juicio o el recuerdo se mete entre la otra persona y tú como escuchador… y ¡adiós
concentración! El pensar en seguida se dispara, ya que una de las características
de nuestro rasgo es la de ser demasiado crítico.
Es nuestro deseo por la perfección
(ojo, nuestra idea de perfección) que
hace que no solemos tardar nada en tener una opinión sobre las cosas. Pero,
aquel que escucha de verdad, no opina nada sobre nada ni nadie, ya que no hace
nada más que escuchar.
O sea, que para la escucha verdadera o profunda, lo primero que necesitamos es la concentración y la capacidad de retener los propios pensamientos. La segunda cosa imprescindible es la capacidad de empatizar con el otro (va sin decir que solamente puedes empatizar de verdad si sabes retener tus juicios). No solamente escuchas con auténtico interés lo que el otro te está contando, a las palabras que te van llegando (que en el fondo sería oír) pero intentas penetrar a la esencia del mensaje que te están transmitiendo. ¿Qué es lo que está diciendo de verdad? ¿Cuál es el núcleo de la historia?
El gesto, la actitud corporal de la persona generalmente ya te dice mucho, pero también el tono de su voz y su expresión facial juegan un papel importante. Ten en cuenta que, como persona empática por naturaleza, en principio ya tienes media batalla ganada. Normalmente captamos toda información no-verbal de manera automática y no le damos más atención. Podría ser un ejercicio “interesante” , aunque sea por una sola vez, detenerse en esto de manera consciente.
La escucha profunda o activa requiere mucha concentración. Y no solo ésto. Tienes que querer hacerlo de verdad. Se trata de un acto consciente. Es algo que se suele tener que aprender. Es una actitud interior que se alimenta a través de un auténtico y profundo interés por la persona que tienes delante. Solamente a través de una escucha activa y profunda podrás conectar de verdad con la otra persona. Significa abrir tu corazón hacia el otro, retener todo tipo de juicio o crítica, y estar atenta a que tus pensamientos no se escapen hacia, por ejemplo, tus propias experiencias. Significa otorgarle al otro el espacio que necesita.
En los meses de verano, durante las vacaciones,
solemos tener más tiempo para estar con otros, para hablar y para disfrutar de
la compañía de buenos amigos. Es por ésto que tienes la oportunidad ideal de practicar
esta manera de escuchar. ¡Te deseo muchas conversaciones enriquecedoras y mucho
“interés”!
O sea, que para la escucha verdadera o profunda, lo primero que necesitamos es la concentración y la capacidad de retener los propios pensamientos. La segunda cosa imprescindible es la capacidad de empatizar con el otro (va sin decir que solamente puedes empatizar de verdad si sabes retener tus juicios). No solamente escuchas con auténtico interés lo que el otro te está contando, a las palabras que te van llegando (que en el fondo sería oír) pero intentas penetrar a la esencia del mensaje que te están transmitiendo. ¿Qué es lo que está diciendo de verdad? ¿Cuál es el núcleo de la historia?
El gesto, la actitud corporal de la persona generalmente ya te dice mucho, pero también el tono de su voz y su expresión facial juegan un papel importante. Ten en cuenta que, como persona empática por naturaleza, en principio ya tienes media batalla ganada. Normalmente captamos toda información no-verbal de manera automática y no le damos más atención. Podría ser un ejercicio “interesante” , aunque sea por una sola vez, detenerse en esto de manera consciente.
La escucha profunda o activa requiere mucha concentración. Y no solo ésto. Tienes que querer hacerlo de verdad. Se trata de un acto consciente. Es algo que se suele tener que aprender. Es una actitud interior que se alimenta a través de un auténtico y profundo interés por la persona que tienes delante. Solamente a través de una escucha activa y profunda podrás conectar de verdad con la otra persona. Significa abrir tu corazón hacia el otro, retener todo tipo de juicio o crítica, y estar atenta a que tus pensamientos no se escapen hacia, por ejemplo, tus propias experiencias. Significa otorgarle al otro el espacio que necesita.
Resumiendo…
- Escucha atentamente. Mira al otro con una mirada de interés. Frena tus juicios, comentarios y críticas. No prestes atención a otros ruidos (música, tráfico, etc.). Fíjate en el lenguaje corporal del que habla.
- Haz que sea visible que estás atento a través de una actitud corporal abierta, de asentir con la cabeza de vez en cuando, y haciendo pequeños sonidos de tipo “hm, hm”.
- Haz un auténtico esfuerzo para comprender la esencia del mensaje. Para ésto ayuda la técnica de resumir y de dejarte corregir. Cuando no entiendes algo, pregunta. Cuando quieres profundizar en algo, también, pregunta.
- No interrumpas al locutor, y menos con tus propios juicios y opiniones.
- Solamente da tu opinión si el otro te la pide. Y cuando lo haces, hazlo con mucho respeto y comprensión.
Repito, la escucha profunda es algo
que hay que aprender, es algo que
necesita un trabajo consciente. Intenta practicarlo mucho, no solamente
poniéndola en la práctica, sino también escuchando las conversaciones de otros
para aprender de ellas. También puedes pensar en conversaciones que has tenido
en el pasado y cuando te sentiste realmente en contacto con la otra persona. De
la misma manera puedes pensar en una conversación que acabó mal porque alguien se
puso defensivo y no se escuchaba de verdad.
Y ahora después de tanto aprender a escuchar ¿que tal si ponemos en práctica lo que hemos aprendido a través de un tema musical ?
DAFT PUNK - GET LUCKY
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